Sobre Metrología en México instrumentos y equipos de medición
El término científico: ciclón tropical, se refiere a un sistema giratorio, que se origina en mares y aguas cálidas o templadas, organizado por nubes y tormentas. Dicho fenómeno, puede cambiar de manera rápida y llegar a tener intensa actividad eléctrica – lluviosa.
En base a la velocidad de sus vientos, tiene diferentes etapas de evolución. Por ejemplo, puede ser depresión tropical cuando experimenta hasta 63 km/h, tormenta tropical cuando alcanza hasta 117 km/h o huracán cuando los vientos superan las 74 mph (64 nudos, 33 m/s).
Este último, de acuerdo a la ubicación geográfica en la que se forme, puede ser huracán, tifón o ciclón. Además, dependiendo de las condiciones atmosféricas y oceánicas, puede alcanzar como máximo un diámetro de 1 000 km y una altura entre 10 km a 15 km.
Es así que, con la finalidad de facilitar el comunicar avisos para prever peligros, su nombramiento antes del siglo XX, se inspiraba en fiestas de santos, nombres de barcos, políticos impopulares, etc. Más tarde, en 1950, el Centro Nacional de Huracanes designó los del Atlántico con claves y posteriormente, con nombres de mujer. Siendo, a partir de 1979, que la Organización Meteorológica Mundial, empezó a emplear en conjunto nombres de hombre. Hoy en día, la lista se repite cada 6 años, de acuerdo a cada letra del alfabeto en francés, español e inglés.
Si bien, este acontecimiento meteorológico, es importante para mitigar la sequía, mantener llenas las presas, limpiar ríos, arroyos, etc., debe tenerse presente su intensidad y potencial destructivo. Debido a que, diversos factores – como: la dirección de desplazamiento, la velocidad de traslación, la intensidad, el viento, la forma y el tamaño – hacen que sea aún más desafiante medirlo y predecirlo con precisión.
Sin embargo, ciertas ciencias como la Metrología, hacen posible que los expertos estimen su fuerza, al emplear la técnica Dvorak con imágenes infrarrojas. Igualmente, a través de instrumentos – como: satélites, radares, boyas, barcos, estaciones meteorológicas de superficie y de altura – pueden tomar datos como la temperatura del aire, la humedad, la presión, el estado del mar, entre otros.
Así como, anticipar sus efectos, gracias a diversas herramientas como la escala Saffir-Simpson, que se basa en la velocidad de los vientos y las mareas de tormenta. De acuerdo con ella, actualmente existen 5 clases de huracanes; las cuales, no siempre están directamente relacionadas con los daños que pueda provocar:
· La 1° experimenta vientos de hasta 153 km/h. No representando mayor daño en vegetación e infraestructura.
· La 2° de hasta 177 km/h. Implicando inundaciones, daños en la vegetación, tejados, puertas y ventanas, y roturas de pequeñas presas y puentes.
· Los de categoría 3, 4 y 5 se consideran severos. Debido a que, la 3° percibe vientos de hasta 208 km/h. Involucrando, además de las inundaciones, caída de arbustos y árboles grandes, daño (sin derrumbamiento) de construcciones.
· La 4° de hasta 251 km/h. Generando inundaciones de hasta 3 m de altura, daño en vegetación, estructuras muy fuertes y desplome de pequeñas edificaciones.
· La 5° más de 252 km/h. Causando destrucción completa de casas y pequeños edificios. Así como, falla del suministro eléctrico e inundaciones gravísimas, siendo preciso la evacuación total.
Es importante, tener presente que una de las mejores maneras de reducir los daños de este fenómeno natural, es aprender a coexistir con él. Como ejemplo, está el comprender los riesgos de elegir vivir en una zona propensa, el contar con educación pública necesaria o el evaluar la situación para tratar de prepararse para su llegada.